Un suspiro de 15 temporadas.

Corría la temporada 31. Tras el reciente movimiento de sede de Cornellá a Viladecavalls, llegaba un gran cambio. Martin Rivadero, capitán, heroe de la 5ª Champions League y leyenda del club (todo eso merece un post aparte) se retiraba. Era traumático y se reflejó en la peor temporada de la era moderna del club. Solo un 4to puesto no era lo que se merecía Martin en su despedida. Había que hacer la transición y se fichó a Guillen, el mejor pivote que ha pisado el césped de Viladecavalls, gran creador de juego y líder del doblete de copa y liga, un gran inicio para la nueva era. Pero no fue eso lo que sacudió al club, fue en el juvenil donde había un “runrun”, un espigado y ágil portero destacaba entre todos sus compañeros. Y no solo por su altura, eran además sus reflejos, agilidad, madurez, liderazgo y una portería tras el, con una invisible telaraña donde solo entraban elogios. De ahí el “spider-man” egarenco (natural de Terrassa). El chico con 17 años apuntaba futuro en el primer equipo. Pero el entrenador del Viladecavalls vio más allá y lo tuvo claro. Puig era un buen portero, aún joven y de la casa, pero nada más llegar casi al principio de la temporada 33, Brian Carmona, así se llamaba el espigado hombre araña, con 18 años se colocó bajos los palos y fue nombrado capitán. Una decisión precipitada dijeron algunos, pero el entrenador tuvo fe ciega en el. Y tras 15 temporadas, que han parecido un suspiro, Brian ha demostrado que fue un acierto. No solo por sus 13 títulos de Liga, 5 Champions League, 6 Copas y 2 Super Leagues, con 3 Tripletes. O sus 650 partidos a su espalda, con 386 seguidos en liga, ni un segundo se ha perdido en el campeonato de la regularidad. Ni sus paradas asombrosas y milagrosas que tantas alegrías han dado. Ha sido su personalidad, ese compromiso y esfuerzo con el club de su vida, trabajando partido a partido y temporada tras temporada para estar al nivel de todas las estrellas que han ido pasando y engrosando a su lado la vitrina de trofeos. Ese es el legado de Brian, superarse a si mismo, destacar, como ya de juvenil, y ser una leyenda entre estrellas. Un nombre que quedará unido al club para siempre, reflejado en el rebautizado estadi Rivadero-Carmona.